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martes, 27 de enero de 2009

TERAPIA NUTRICIONAL PARA LOS DIABÉTICOS



Las metas de la terapia nutricional son:

1. Lograr o mantener un peso corporal saludable.
2. Mantener la glucemia lo más cercano a lo normal.
3. Promover un adecuado “perfil” de lípidos sanguíneos.
4. Promover la cantidad adecuada de energía de acuerdo con la edad, sexo, y estado fisiológico o patológico del paciente.
5. Promover que el diabético sea capaz de manejar los ajustes necesarios a su dieta para que sea compatible con su estilo de vida.
6. Mejorar el estado general de salud mediante una nutrición óptima.

Se recomienda una dieta que sea constante en cantidad y horario y que cumpla con las proporciones de substratos energéticos que se mencionan a continuación:

Proteína: del 10 al 20% de la ingestión energética diaria, recomendándose 2/3 de origen vegetal y 1/3 de origen animal. De presentarse nefropatía se recomienda de 0.6 a 0.8 g de proteína por kg de peso corporal al día.
Lípidos: menos del 30% de la ingestión energética diaria distribuidos de la siguiente forma: menos del 10% lípidos saturados, menos del 10% lípidos poliinsaturados, del 10% al 15% de lípidos monosaturados y no más de 300 mg/día de colesterol.

La restricción energética en general y de lípidos en particular, se asocia con incremento en la sensibilidad de insulina y mejoría en las concentraciones de glucosa en la sangre. La reducción en el peso disminuye a su vez el riesgo de hiperglicemia, dislipidemia e hipertensión.

Si los valores del colesterol LBD (lípoproteínas de baja densidad) se encuentra elevados debe hacerse una reducción de los lípidos saturados a un 7% de la ingestión energética total.

Los individuos con concentraciones elevadas de triglicéridos (1000 mg/dL) requieren de una reducción en el total de lípidos a menos del 10% de la ingestión energética total para reducir el riesgo de pancreatitis.

Hidratos de carbono: comprende la proporción restante después de determinar los porcentajes de proteínas y lípidos. Durante la mayor parte de este siglo se creyó que debían de preferirse los hidratos de carbono complejos a los sencillos por la menor respuesta glucémica; sin embargo, hoy en día la prioridad es respetar las cantidades estipuladas de hidratos de carbono de la ingestión energética total, más que la fuente de los mismos.

La sacarosa se debe sustituir por cualquier otro hidrato de carbono y de no ingerirlos en forma aislada. La ingestión de fructuosa se relaciona con incremento en las concentraciones de colesterol y de las lípoproteínas de baja densidad.

Cuando se consuman alimentos de origen animal se debe preferir los bajos en lípidos como pescado, pollo sin piel, quesos frescos o blandos o “ no madurados”, reducir el consumo de carne de res y cerdo, así como reducir el consumo de embutidos.
La dieta debe ser variada en cuanto a frutas y verduras, sobre todo los de alto contenido de fibra como por ejemplo: chicharro, nopal, ejotes, granada china, guanábana, guayaba,, naranja, tuna, tejocote.

Se debe moderar el consumo de alcohol y refrescos. En cuanto al alcohol si se consume, las recomendaciones americanas para los diabéticos son las mismas que para las personas no diabéticas. Se recomienda no más de dos copas al día para los hombres y una copa para las mujeres. El alcohol no sé metaboliza a glucosa y si no se consume junto con alimentos puede ocasionar hipoglucemia. Si se tiene un control adecuado de la enfermedad y se ingiere con moderación y junto con los alimentos, el control glucémico no se verá afectado.

Sin embargo, en individuos con otros problemas médicos como pancreatitis, dislipidemia o neuropatía, así como durante el embarazo y la lactancia no se recomienda la ingestión de bebidas alcohólicas.

Idealmente la dieta debe de ser alta en fibra.

Las recomendaciones son las mismas que para la población en general de 20 a 35 g de fibra dietaria tanto soluble, como insoluble. El consumo elevado de fibra soluble tiene un efecto benéfico en las concentraciones de lípidos en la sangre. Por lo que se debe preferir cereales integrales y leguminosa en la dieta.

Se recomienda una dieta dividida en quintos, es decir con tres comidas y 2 colaciones (media mañana y media tarde), incluso una colación adicional después de la cena, dependiendo del patrón de glucemias presentado por el paciente.

Cabe mencionar que el éxito de la dieta en el caso de un paciente diabético se encuentra en el apego que presente a las cantidades especificadas a cada alimento en la dieta. Esto significa respetar la cantidad en peso o pieza.

De esta forma se puede lograr un control posprandial adecuado y reducir los riesgos de hipoglucemias.

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